El Dungeon de la Abuela
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¡Pues tu me Debes un CD!

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01062010

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¡Pues tu me Debes un CD! Empty ¡Pues tu me Debes un CD!




Después de planear el golpe y de darse una pequeña fiesta en el local, nuestros héroes aparcaron justo en frente del BB+. Eran las seis de la tarde y aún era de día. Abrieron la puerta, como si de un spaghetti western filmado en Almería se tratara y echaron una ojeada al bareto. Aún estaba medio vacío, y solamente había tres grupitos de gente diseminada por la decena de mesas que tenía el bar. De fondo, el Fear of the Dark de Iron Maiden le daba ese ambientillo tan característico del BB+ y que tanto gustaba a los chavales.

Cuando vino a darse cuenta, el Bater estaba solo, plantado en mitad de la entrada: la heroina comenzaba a hacerle efecto y estaba ya bastante confundido y desubicado. El Richi y el Moromierda se habían dirigido a la barra a pedirse una cerveza y se sentaron en las mesas de la derecha, detrás justo de un par de heavis de treinta y muchos tacos que charlaban agarrados a dos voll-damms. La Japo había tomado rumbo al lavabo, probablemente a masturbarse de nuevo, pensó el Bater. Y Ingo... Ingo estaba haciendo de las suyas con un grupito de quinceañeras siniestras que estaban sentadas en los bancos de la izquierda.

Aún bajo los efectos de la heroína, el Bater avanzó titubeante y con los ojos medio entornados hacia la barra. Se sentó al final, delante del fregadero, donde un chico nuevo, un grandote moreno con el pelo corto fregaba unos platos pringados de mayonesa. Se sentó en un taburete y se rascó la cabeza. En ese momento fue cuando lo vio. Allí, frente a sus narices, había una estantería con un centenar de CD's de música ordenados perfectamente y preparados para que David, el amo del bar, los pusiera en el equipo de audio.

- ¿Que te pongo? - le preguntó el camarero.
- ¡Slayer, neng! - contestó el Bater, que aún estaba embobado mirando los discos, moviendo la cabeza rítmicamente adelante y atrás.
- No... digo de beber. - contestó David entre risas. Tantos años en el negocio le habian enseñado a tomarse las cosas con calma.
- ¡Slayer! ¡Slayer! - insistió el Bater.
- Vale, vale, luego te lo pongo... - dijo al tiempo que se giraba para coger uno de los muchos discos de Slayer que tenía en la estantería - ¿pero que coño quieres tomar?
- Una birra... - contestó por fin el Bater recobrando brevemente el sentido.

David se dio media vuelta y cambió de canción. Ahora le tocaba el turno a Bon Jovi, con la canción Livin' on a Prayer, momento el cual aprovecho Ingo para hacer una performance, intentando subirse a la mesa mientras cantaba el Grávame el de Slayer de Gigatrón ante la mirada atónita de las siniestras. La escena era impresionante: un tipo pintado como si fuera de los Kiss, totalmente colocado, tumbado boca arriba encima de una mesa rodeado de jarras de sangría volcadas, con el puño cerrado delante de su boca haciendo de micrófono imaginario y gritando con voz estridente "Oooh, graaabame el de Slayer". Increíble.

En fin, aunque suene mal, volvamos al Bater. Ensimismado en la paranoia fruto de las drogas, el Bater miraba fijamente las luces de la tabla de mezclas con los codos hincados en la barra y las manos bajo la barbilla. Fue en ese preciso momento cuando tuvo una visión, una iluminación. Tal vez fuera el caballo. O los porros. O la cerveza. O todo a la vez, pero cuando se fijó que el camarero dejaba el disco encima de la mesa de sonido se le ocurrió una idea. Una idea estúpida, ciertamente, pero una idea al fin y al cabo. Tenía que chorrar el CD. Miró a su alrededor y se percató de que solamente estaba el jefe tras la barra. El fregaplatos estaba en la calle tomando el aire y la jefa había ido al bar de enfrente a charlar con sus padres. Era el momento. Antes de que el camarero le abriera la cerveza alzó la mano y le dijo:

- Un momento... espera... no, no quiero la birra. Ponme eso de la botella azul que está en la otra punta de la barra - dijo señalando la botella mas alejada del disco de Slayer.
- ¿Blue Tropic? ¿Con que? - dijo el jefe un poco cansado de chorradas.
- ¿Con vodka? - contestó el Bater dubitativo, ya que nunca había tomado esa cosa.
- Blue Tropic con vodka... ¡marchando! - dijo el camarero al tiempo que se cogía un vaso de tubo con dos hielos y de encaminaba hacia las botellas de licor. Se notaba que era primera hora y que David aun estaba de un humor radiante.

En ese momento, el Bater se volcó sobre la barra y alargó el brazo. La maniobra fue verdaderamente habilidosa, teniendo en cuenta el lamentable estado en el que se encontraba como consecuencia de las drogas, y con la yema de los dedos consiguió hacerse con el CD. El poco ruido que hizo quedó camuflado tanto por la música del local como por los escandalosos berridos de Ingo, de manera que cuando el barman se volvió con su cubata, el Bater estaba sentado nuevamente en el taburete, poniendo cara de buen chaval y con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando tuvo la copa, el Bater se levantó como si nada y se dirigió hacia la mesa donde el Richy y el Moromierda estaban tomando su cerveza. Cuando el camarero le dijo que tenía que pagar la copa, el Bater se hizo el loco y le dió largas al tiempo que gesticulaba con la mano izquierda y se iba a sentarse con sus amiguetes.

Llegó a la mesa y, sonriente, se sentó en una de las sillas de mimbre y madera frente a sus dos colegas. Riéndose, hizo gestos para llamar su atención y sacó del bolsillo interior de su chupa el CD de Slayer. El Moromierda, que tenía una tolerancia al alcohol y a las drogas sobrenatural se llevó la mano a la frente mientras negaba con la cabeza y bajaba la mirada. El Richi, bastante mas eufórico, ya que venía de hacerse unas rayas con Ingo en la furgo, comenzó a reírse a carcajadas.

Al poco llegó la Japo, con cara de relajación y comiéndose un chupa-chups, y encontró tanto al Richi como al Bater partiéndose de risa, con la cabeza apoyada en la pegajosa mesa del bar.

- ¿Que coño pasa? ¿De que os reís, gilipollas? - preguntó.

El Bater intentó recomponer las formas y, aguantandose la risa le dijo:

- Mira, mira que he pillao... - mientras enseñaba el CD sin sacarlo de la chaqueta. Al hacerlo, tanto el Richi como el mismo comenzaron otra vez a reírse.
- Estais acabados - dijo la Japo, lamiendo el chupa-chup con cara de zorra viciosa.

En ese momento, llegó Ingo y se sentó, echándose el pelo hacia atrás teatralmente y dándole un trago a la birra del Richi.

- Las tengo en el bote... - dijo después de tirarse un eructo refiriendose a las góticas a las que llevaba molestando sin parar desde hacía minutos.
- Mira tío lo que tengo... - le dijo el Bater sacando el CD del bolsillo.
- ¿Que es eso? ¿De donde la has sacado? - preguntó Ingo, que no terminaba de entender la situación completamente.
- Se lo he chorrao al del bar... ¿a que mola? - dijo el Bater sonriente y orgulloso.
- Eres un crack... Eres un craaack - dijo cantando, mientras el resto de la mesa menos el Moromierda reía sin parar.

En ese momento cambió la canción. Al sonar los primeros acordes, tanto la Japo como Ingo pararon de reír. El Richi continuaba partiendose la caja, mientras que la cara del moro cambiaba y se dibujaba en ella una sonrisa irónica de oreja a oreja. El grupo, Slayer. La canción, I Hate You. La Japo se levantó de la mesa y le dio una colleja al Bater. El Moromierda reía por lo bajo mientras se tapaba la boca con el puño. El Richi recuperó la compostura y puso cara de extrañado. Ingo puso cara de circunstancias y señaló con el dedo primero uno de los altavoces y luego hacia bolsillo de la chaqueta. El Bater era el único que no lo había captado. No entendía nada: ¿si el disco estaba en su bolsillo, como coño podía estar sonando por los altavoces? Rápidamente echo mano al bolsillo interior de su cazadora y sacó el CD. Lo abrió apresuradamente y vio que estaba vacío. "¡Mierda! Y pa' que cojones quiero yo una carátula de un disco de Slayer!" dijo en voz baja.

Tras este bochornoso episodio, terminaron sus bebidas y se encararon a la puerta del bar. En ese momento la música se detuvo y la atronadora voz del jefe del bar llenó toda la habitación:

- ¡Eh, tu! Me debes un cubata...- dijo señalando al Bater con un bate de beisbol.
- ¡Y tu me debes un CD!! - dijo el Bater, sacando la carátula vacía del bolsillo de su chupa y tirándoselo a la cara.

A la carrera, los chicos salieron del bar aprovechando la confusión, entraron en la furgoneta y se marcharon de allí quemando rueda, dejando al bueno de David en la puerta de su bar cagándose en los muertos de nuestros héroes, que una vez mas habían salido airosos de una situación embarazosa.
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