El Extraño Caso del Monstruoso Busto Guineano
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01062010

El Extraño Caso del Monstruoso Busto Guineano
Mientras que Paul, Smity y Lord Anthony estaban en la biblioteca buscando información referente a las pequeñas islas del Archipiélago Bismark que rodean Nueva Guinea, Emily, Kevin, Lord Andrew y los químicos de la Universidad de Cambridge comenzaron en el laboratorio a estudiar el extraño busto dorado enviado por el señor Munro-Ferguson.
Cerraron la puerta con llave y procedieron con el estudio, realizando en primer lugar la medición y pesaje la pieza. La sumergieron en agua y se dieron cuenta que la densidad no se correspondía en ningún caso con la de un objeto de oro macizo. Mientras que Emily sujetaba el esperpéntico busto dorado sobre la mesa, Kevin cogió un pequeño y brillante cincel y un martillo y le dio un golpe seco. Efectivamente, una fina lámina de oro saltó del busto dejando ver en su interior un material blando, negro y de textura fibrosa.
Kevin, ansioso, golpeaba cada vez mas y mas rápido la escultura, creando un boquete del tamaño de la esfera de un reloj de bolsillo en su parte mas alta. Dejó las herramientas sobre la mesa y tocó lo que había debajo de la capa de oro. El tacto, cálido, fibroso y un poco áspero le era extrañamente familiar. ¡Dios! ¡Eran cabellos!
Emily dio un salto hacia atrás soltando la cabeza. A Kevin se le escapó un grito ahogado. Y Lord Andrew vomitó parte del desayuno, se puso histérico y cayó al suelo de rodillas. Gateó hasta debajo de la mesa del laboratorio y comenzó a gritar, lloriquear y a golpearse violentamente la cabeza con sus manos…
Cerraron la puerta con llave y procedieron con el estudio, realizando en primer lugar la medición y pesaje la pieza. La sumergieron en agua y se dieron cuenta que la densidad no se correspondía en ningún caso con la de un objeto de oro macizo. Mientras que Emily sujetaba el esperpéntico busto dorado sobre la mesa, Kevin cogió un pequeño y brillante cincel y un martillo y le dio un golpe seco. Efectivamente, una fina lámina de oro saltó del busto dejando ver en su interior un material blando, negro y de textura fibrosa.
Kevin, ansioso, golpeaba cada vez mas y mas rápido la escultura, creando un boquete del tamaño de la esfera de un reloj de bolsillo en su parte mas alta. Dejó las herramientas sobre la mesa y tocó lo que había debajo de la capa de oro. El tacto, cálido, fibroso y un poco áspero le era extrañamente familiar. ¡Dios! ¡Eran cabellos!
Emily dio un salto hacia atrás soltando la cabeza. A Kevin se le escapó un grito ahogado. Y Lord Andrew vomitó parte del desayuno, se puso histérico y cayó al suelo de rodillas. Gateó hasta debajo de la mesa del laboratorio y comenzó a gritar, lloriquear y a golpearse violentamente la cabeza con sus manos…
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